¿A quién no le apeteces una buena taza de chocolate caliente con nubes? aquí tienes una excusa para tomártelo mientras lees nuestras estupendas historias...
Cierra los ojos y se mece suavemente al compás de su caja de música.
Una bailarina gira incansable sobre su eje envuelta en las notas melancólicas que se escapan de esos engranajes.
La madera, que apenas conserva ya barniz, podría contar mil historias como la de ella. Podría contar como su madre o su abuela pasaron también incontables tardes meciéndose sentadas a su lado, con esa sonrisa que ella tiene ahora y con el pecho a punto de reventar de amor.
A él le gustaba mirarla y que ella lo mirase, a ella también le gustaba que él la mirase, pero cada vez que él lo hacia ella se sonrojaba y le apartaba la mirada tan penetrante con esos ojos verdes... Él sabía que ella se incomodaba cuando posaba sus ojos sobre ella, algo que a él le volvía loco por eso lo hacia con mucha frecuencia... Algo que a él le encantaba era que ella le diese besos en el cuello tan suaves, cosas que ella sabía que le gustaba demasiado por eso siempre que podía atacaba, él lo intentataba también pero ella nunca le dejaba porque el suave roce de los labios de éste en su cuello la hacía enloquecer por eso él siempre le robaba besos imposibles y ella se estremecía cuando lo hacia y lo abrazaba, él echaba una risotada, ella se enfadaba y le daba un beso penetrante, hiriente, que le hacía sufrir eso le producía a él un escalofrío que le recorría todo el cuerpo, en ese preciso instante ella se empezaba a reír y él hacía lo mismo; una carcajda sonora, llena de magia, de dulzura, de amor, de complicidad, una risa profunda de esas que te salen del alma y te llegan a las mejillas y hacen que te ruborices. En fin cuando estas enamorado de un grano de arena puedes llegar a formar una montaña
Yo que he dado la vida por ti. Yo que he pensado siempre por los dos. Yo que fui ahorrando minutos para estar contigo. Yo que lo sentía todo. Yo que te quería. Yo que te quiero.
Ahora yo ya no soy parte de ti. Ahora tú te has ido, yo me he quedado vacía por dentro.
Y a veces aún me miras como antes, así, como ahora. Me hago ilusiones, sonrío para luego hundirme otra vez.
Quiero abrazarte, lo intento, pero te me escapas entre las manos, desapareces como si de aire se tratase. Luego piemso que quizás necesites tiempo, pensar....
Pero lo que vengo a decirte es que ya he vuelto a ser yo misma. Solo yo. Que ahora vivo por y para mí. Que no te necesito. Que soy feliz. Que por fin he encontrado el equilibrio y la paz que hace tiempo buscaba.
En este preciso instante una pareja de enamorados está en medio de la calle. Ella le propone a él perderse por un día por las calles más remotas de la ciudad. Aunque son unos adolescentes y sólo disponen de una hora para satisfacer su locura, él acepta. Ella le da un beso suave en los labio y tira por él hacia a aventura. Es sábado 19:30 (invierno) no hay ni un alma por las calles de nuestra ciudad. Bajan por una de la muchas calles ella se siente eufórica, hay mucha adrenalina en su sangre; de repente él se para ella también se para, de repente la atrae hacia él y le da uno de esos besos que a ella tanto le gustan, suave pero a la vez intenso, coon pasión, con cariño,con deseo, un beso dulce, romántico, indscriptible con palabras algo que sólo ella puede saber. Luego siente que deben contunuar su aventura, ella comienza a sentirse frenética y comienza a hacer locuras algo que a él le encanta..Simplemente dos locos por las calles de una ciudad fantasma mostrándose su amor cosa que nadie podría entender.. Al final del trayecto ella llega a casa se dan un beso fugaz y a ala vez cómplice y se despiden hasta el próximo día de increulidades, conversaciones prohíbidas, gestos complejos, miradas cómplices, juegos, risas,sobretodo amor,cariño... Pero aún les quedan muchas cosas por vivir... I love chocolate!! :D
Releyendo la entrada anterior no puedo evitar sonreír y, aunque no era lo que tenía planeado escribir siento que tengo que hacerlo. Siento que es necesario mencionar los helados de chocolate derritiéndose sobre tus piernas en la playa, el turrón de "chuchar", comer la nocilla del bote con los dedos, y los dientes negros. Esos dientes que te inculpaban del delito de haber endulzado tu vida a hurtadillas en la despensa.
Pero también el fantasma de las caries, que te perseguía cada vez que metías un trozo de ese elixir de la felicidad en la boca y que te hacía sentir culpable. Y al de los kilos de más, el pánico puro a engordar. Así que dedico esta entrada a todos los que, como yo, siguen chupándose los dedos manchados de chocolate, que sonríen en negro, que odiaban ir al dentista y pasan de la báscula. Porque esos, y sólo esos serán felices.
Para los momentos bonitos. Para los momentos tristes. Para los momentos indescriptibles. Para los días grises. Para las noches en vela. Para las tardes que nunca se acaban. Para sentir saborear, disfrutar, sonreír y en algunos casos hasta para gritar de puro placer. ¡Shhh! Cállate, mente sucia. Es posible experimentar todo esto sin tener que flotar con un beso, agradecer un abrazo, quedarte sin aire de tanto reir, sentir una caricia (o algo más.) ...
Sí, damas y caballeros, me refiero al fantástico mundo de los dulces, los pasteles,el chocolate, la cocacola. En fin, la fuente de la felicidad. Me refiero al último piso de la pirámide. Al séptimo cielo.
Puedes encontrar trocitos de felicidad y optimismo en cada bocado, en cada sorbo. Es algo mágico.
Cuando era pequeña y venía una amiga a mi casa, la mejor parte de la tarde era, sin duda, la merienda. Un generoso Don cola-cao con cereales de esa droga llamada: chocolate. Otras veces nos perdía la nocilla. Seamos sinceros, ¿qué es una infancia sin azúcar? Es como un libro a medio leer. Te estás perdiendo la mejor parte. Porque realmente, cuando eres una enana, parece que los quilos no quieren aposentarse en tu trasero o en tu tripa.
¿Y qué me dices de las nubes que nos comprábamos al salir de clase? ¡Nunca una cosa rosa me gustara tanto!
Este pequeño mundo azucarado es el remedio de cuya eficacia nadie duda.
Y... Al fin y al cabo, nuestro objetivo es ser felices, ¿no?