No hay nada peor que creer en algo que no existe, ver posibilidades donde ya no hay más que tierra y cenizas. Sientes un profundo vacío en el alma; luego te pierdes. Y cuando crees haberte recuperado, de nuevo te vuelves frágil ante las palabras.
Entonces pienso que no es justo, no hay derecho a que la gente risueña no pueda dejar de vivir de sueños y empezar a vivir de verdad. Este mundo fue diseñado para los que miden al detalle sus jugadas, para los que calculan con gran precisión lo alto que van a llegar.
Yo prefiero dar pie a las sorpresas y los imprevistos.
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