Imagina por un momento que todo se detiene y que puedes cruzar la carretera sin miedo a que un coche te alcance, colarte en los mejores garitos o echarte un rato a dormir sin miedo al recorrido de las agujas del reloj. Piensa, por un instante, que no tienes obligaciones ni deberes, ni leyes que dirijan tus actos.
Luego, puedes jugar a dibujar sonrisas a los que caminen por la calle, ignorantes de tus poderes mágicos. Así, cuando todo vuelva a ser como antes, sentirás que jamás tendrás que volver a estar solo.
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