Déjame pensarlo diez minutos más, pero ya sabes que será en vano.
No podré seguir sin tus sonrisas. No seré capaz de sobrevivir sin verte cada día. No subsistiré sin mi dosis de tus besos.
Voy a echarte de menos. Voy a morirme en tu ausencia, huirá mi alma en las horas de silencio, perderé el aliento en las noches de soledad, ahogarán la música mis lamentos, las lágrimas empaparan mi ser.
Y aún siendo consciente de todo ese dolor, no puedo pedirte que te quedes. Es más, debo suplicarte que te vayas, que persigas a tu sueño, que lo agarres por el cuello y no lo dejes escapar.
Y si algún día necesitas una pausa en tu lucha, seguiremos aquí; mi café con leche y yo, esperando por ti.
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